Samarkanda, antigua capital del Imperio de Amir Timur, es la ciudad talismán y la segunda más grande de Uzbekistán. La Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad en el año 2001. Está situada en pleno valle del río Zarafshan y se la conoce como “la ciudad azul”. Comerciantes, diplomáticos, peregrinos y guerreros pasaron por aquí durante más de 2000 años. ¿Tú también quieres viajar por la Ruta de la Seda?
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Historia
Samarkanda (o Samarcanda) es una de las ciudades más antiguas de Asia Central y del mundo, y aunque no se sabe la fecha exacta de su fundación, se estiman sus orígenes en el periodo en el que los persas conquistaron la zona, hace más de 2500 años. Ya a mediados del primer milenio a.C. era un importante centro de comercio de esclavos.
Debido a su situación estratégica, recibió influencia de culturas tan diversas como la persa, la hindú, la árabe y la china. Cada una ha dejado su huella y ha cimentado el carácter del casi medio millón de habitantes que tiene Samarkanda.
Con el nombre de Afrosiab, fue epicentro del estado de Sogdiana, y en el siglo XIV se convirtió en la suntuosa capital del más vasto imperio islámico de la historia. Se la consideraba la joya del desierto y fue la parada principal de la Ruta de la Seda, que unía China con Europa.
Hoy, los edificios modernos, las universidades y las fábricas conviven con los vestigios del pasado: los monumentos maravillan por la maestría técnica y artística de los arquitectos, la calidad de sus trabajos en cerámica y la belleza y armonía de las formas.
Los episodios históricos que envuelven a esta mítica ciudad han seducido a Goethe, Keatas, Haendel y Marlowe, que la describen como “El Edén del Oriente antiguo”, “La perla preciosa del mundo oriental musulmán” o la “La Roma del Oriente”.
Al deambular por sus calles contemplas la vida cotidiana de la gente, su música, su cadencia, y sin querer te transportas a uno de los cuentos de “Las mil y una noches”, a sus ambientes y personajes. Pero antes de ir, ten en cuenta algunos consejos.
Qué visitar en Samarkanda
Plaza del Registán
La plaza, construida sobre el lecho seco de un río, corona el punto más alto de la ciudad antigua. Está flanqueada por la Mezquita de Kukeldash (1430) y 3 madrazas (escuelas coránicas), que fueron construidas entre los siglos XV y XVIII con una decoración exquisita de cerámica, mármol y yesería.
Madrasas de Sher-Dor, Ulugbek y Tillaqori
Madrasa es el nombre árabe que reciben las escuelas consagradas al estudio de la ciencia religiosa. Por lo general se encuentran ubicadas junto a las mezquitas o dentro de las mismas, incluyen sala de oraciones y estancias para los alumnos.
Históricamente, Samarkanda fue un sitio de saber. Un polo de conocimiento.
La madrasa Tillaqari se terminó en 1660 y cuenta con una hermosa decoración en color oro y un patio perfecto para descansar al atardecer, cuando el sol llena de tonalidades explosivas el horizonte. La madrasa de Sher-Dor mira a un famoso mercado (el Tcharsu, siglo XVIII), cubierto por una cúpula central y seis pequeñas cúpulas laterales. La madrasa de Ulugbek se terminó en 1420, durante el gobierno de Ulugbek, y contiene mosaicos con temas astronómicos.
En torno a la astronomía, justamente, se han hecho muchos descubrimientos en la supuesta época oscura: la Edad Media. Ya ves que en Asia Central no ocurría lo mismo que en Europa…
Esta madrasa acoge alrededor de 100 estudiantes que aprenden ciencia, astronomía, filosofía y teología. La zona es de por sí estratégica. No te pierdas la fabulosa puesta del sol y el espectáculo de luz y sonido que tiene lugar por las noches.
Mezquita Bibi-Khanum
Es la mezquita más grande del siglo XIV y una de las joyas arquitectónicas de la Ruta de la Seda. Se construyó en tan sólo cinco años, por encargo de la esposa de Tamerlán (el gran conquistador turco-mongol). Se inauguró al regreso de la campaña militar que combatía en la India (1403).
En la actualidad, la mezquita de Bibi-Khanum forma parte de cualquier excursión a Samarkanda y Uzbekistán. Se trata de uno de los monumentos más visitados del país. Está presidida por dos minaretes de 50 metros de altura y una puerta principal de 35 metros. En su interior hay un patio central majestuoso. Lo rodea un corredor de arcadas con 400 columnas de mármol blanco y sus correspondientes cúpulas. Se trata de una construcción grandiosa, pero es apenas un esbozo de lo que fue, a causa de terremotos y sucesivas reconstrucciones. Junto a ella está el mercado central de Siab, digno de visita.
Mausoleo Gur Emir
Próximo a la Plaza del Registán. Contiene la tumba del gran conquistador asiático Tamerlán, héroe nacional uzbeko, fallecido a comienzos del siglo XV. La escala colosal y la extraordinaria abundancia de materiales costosos, usados para ornamentación, dan testimonio de sus ideas de dominio y riqueza.
El mausoleo está coronado por una cúpula impresionante de color azul celeste y alberga además las tumbas de Mir Said Baraka, su maestro, de sus hijos Shah Rock y Miran Shah, de su nieto Ulugbek y del sultán Muhammad. La construcción ocupa un lugar importante en la historia de la arquitectura islámica. Fue precursora y modelo del Taj Mahal en Agra y de Humayun en Delhi (India). En los ángulos despuntan bellos minaretes. Predomina en todo el conjunto el azul de los azulejos (símbolo de luto en el Islam), y grandes cantidades de oro y ónice.
Necrópolis de Sholi Zinda
Está compuesta por cuatro mezquitas, doce mausoleos, una madraza y el cenotafio (monumento funerario) de Kussam. Todo este magnífico complejo arquitectónico fue construido en torno a la tumba de Qutham ibn Abbas, primo hermano del profeta Mahoma y apóstol del Islam en Samarkanda, en el siglo VII. Al llegar te encuentras con mercaderes que regatean sus mercancías a la sombra, en medio de un sinfín de muros de colores y mosaicos de todo tipo.
Las excavaciones han demostrado que hasta la primera mitad del siglo XI esta ladera de colinas suaves estaba cubierta de mansiones lujosas próximas a la muralla. Poco después se utilizó para entierros. Muchos personajes históricos de la sociedad alta de Samarkanda descansan aquí.
Observatorio de Ulugbek
Otra de las cosas que tienes que hacer en Samarkanda es recorrer este inmenso sextante astronómico de 30 metros (3 pisos de altura). Fue construido en 1428, mientras en Europa arrasaba la Inquisición. El objetivo de Ulugbek era poder medir las posiciones de las estrellas con la mejor precisión posible y de esta forma crear mapas astronómicos.
En el año 1449, el observatorio fue destruido deliberadamente, y recién en el año 1908 se recuperaron los restos. Casi 60 años después, las autoridades soviéticas inauguraron el actual observatorio y el Museo Memorial, enfrente, que acoge documentación de todos los tiempos y países en relación a la astronomía y a Ulugbek.
Museo de la ciudadela de Afrosiab
Detrás del canal de Siab se asoman los montecillos color terracota de la ciudadela de Afrosiab. Sus ruinas arrojan luz sobre el pasado uzbeko, ya que permiten reconstruir la vida, cultura, lucha y trabajo de la gente de Asia Central. Se estima que la ciudadela tiene más de 2500 años y formaba parte de una ciudad amurallada en la que había mezquitas, viviendas y talleres. Aquí se encuentra el Museo de Historia de la ciudad de Afrosiab. Éste era el nombre del zar de Turán, uno de los héroes legendarios que menciona el poeta Firodusi en el poema “Shakhname”.Todo cuanto se diga que hay que ver en Samarkanda es poco; esta ciudad hay que tocarla, olerla, espiarla y sentirla.